Escrito por Luis Roca Jusmet
Lo único que somos y que tenemos ( es lo mismo en este caso) es una vida, nuestra vida.
Todo lo que importa forma parte de ella. Pero el caso es que nuestra vida no somos nosotros, somos nosotros y los otros, nosotros y lo otro. Las vidas se cuentan una a una, son singulares, aunque compartidas, esta es la paradoja. Solo entendiendo nuestra vida entendemos el mundo. Porque nuestra vida es el mundo. Cada vida podría ser una mónada, como decía Leibnitz, y entre todas las vidas se forma el inmenso puzzle del Universo. O cada vida puede ser un modo singular con duración, como decía Spinoza, y el conjunto de modos singulares forman la Substancia única, llámese Dios o la Naturaleza. En todo caso formamos parte de una infinita red de interacciones. Pero nuestra perspectiva es la de nuestra experiencia. Lo único que podemos hacer es entender que está abierta al Todo.
El eterno retorno de Nietzsche es, justamente, elegir nuestra vida porque es la única. Y quererla porque apostamos por la vida y no por la muerte, por el ser y no por la nada. Claro que, para algunos, como Cioran,es mejor la nada que el ser y el mayor inconveniente es el de haber nacido.