En este post voy a comentar las críticas que Camilo Ríos me hace en su reseña, que agradezco profundamente por el rigor de la lectura, por sus elogios y por sus críticas.
I. De manera generosa, Luis Roca Jusmet, autor de Ejercicios espirituales para materialistas… me invitó a leer su libro bajo un pacto parresiástico. Nuestro encuentro fue orquestado a partir del azar algorítmico de las redes sociales. Nunca nos hemos visto y ni siquiera conocemos nuestras voces. Considero que estas condiciones son más que propicias para este ejercicio de confianza beckettiana. A continuación, una versión revisada de una serie de comentarios personales que en un primer momento hicieron parte de un correo electrónico. Ninguno de estos comentarios debe tomarse como nada diferente a una lectura personal del texto de Roca J. I. Leí casi de un tirón el libro, que me resulta una contribución interesante para un campo que sigue sin ser encarado de manera contundentemente frontal como es el último período de Foucault en relación a una lectura política de sus planteamientos más éticos. En ese sentido, me resulta espcialmente estimulante, aun cuando la lectura que yo mismo llevo adelante de este mismo corpus implica desanclarla de la hipótesis de la relación Subjetividad-Verdad y hacer foco en la idea de práctica (en un sentido amplio). En esa línea, el diálogo entre Hadot y Foucault es necesario, pertinente y urgente de continuar de manera mucho más detallada. El libro de Roca J. marca un primer paso en esa dirección. Hay en el libro, sin embargo, muchísimos errores pequeños de redacción y de tipeo que, por momentos, lograron entorpecer mi lectura. Además, aquí y allá se pueden identificar imprecisiones cronológicas y descuidos de coherencia que dan la impresión general de que el libro es una reunión de textos no del todo cohesionados, tal vez escritos en períodos diferentes y sobre los cuales faltaría un trabajo de edición que unificara su estilo y alivianara en redundancias, repeticiones y contradicciones internas. Por ejemplo, en el primer capítulo dice que el curso que siguió a "Del gobierno de los vivos" es "La hermenéutica del sujeto", cuando sabemos que en medio de estos dos cursos hubo uno titulado "Subjetividad y verdad", cosa que está correctamente señalada en el tercer capítulo del libro de Roca. Por otro lado, aunque pueda tratarse simplemente de un posicionamiento estratégico por parte del autor, algunas aseveraciones respecto de odios y/o amores políticos o teóricos de Foucault no son del todo precisos (en cualquier caso, no se explicita si se trata de un dato rescatado de alguna biografía o si se trata de una conclusión propia). En esa misma línea, es un error sostener que Foucault no aprende griego y/o latín, cuando él mismo presenta en sus cursos traducciones propias de los textos originales tras expresar su inconformidad ante las disponibles. Finalmente, sostener que Hadot es más “meticuloso” que Foucault en términos metodológicos es un fallido simultáneamente metodológico y epistemológico. Esta aseveración arrastra consigo una falta de entendimiento del método de Foucault y/o una lectura ortodoxa del mismo. En todo caso, ambas -las erratas formales y los errores informados- son cuestiones menores y pueden, con cierto esfuerzo, hacerse a un lado.
Comentario : Las críticas a los errores formales son correctos, aunque como el mismo dice, son menores. La falta de tiempo para corregir una y otra vez los errores ha sido un mal aliado. Respecto a la cuestión más relevante, que sería que "Hadot es más meticuloso que Foucault" me refería estrictamente a la cuestión del conocimiento del griego y el latín y no a cuestiones metodológicas y epistemológicas de más calado". es una crítica pública que le hace Hadot a Foucault, que doy por buena. Hadot estudió muchos años griego y latín. Foucault podía conocer algunos términos sobre los que profundizó ( quizás con la ayuda de algún amigo suyo helenista) y al mismo tiempo conocer superficialmente ambas lenguas.
II. El hecho de introducir la lectura barajando ágilmente entre Hadot y Foucault le da un movimiento interesante al libro, que lo aleja del esperado esquema que presentaría primero a uno, luego al otro, y al final una serie de comparaciones y deducciones; o, en todo caso, enmarca los capítulos centrales en ese ambiente de diálogo y co-referencialidad. Gracias a esa estructura, resulta posible deslizar, como lo hace el autor, interesantes hipótesis respecto de puntos de encuentro, influencias y lecturas compartidas así sea de manera oblicua. Sin embargo, al proponer de manera reiterada una “radical” diferencia entre Hadot y Foucault, me queda una sospecha respecto de la consecuencia estratégica que esto implica. Personalmenrte me debato entre considerar que, o bien no existe ninguna diferencia, o bien que se trata de un falso debate. En cualquier caso, se trataría más bien, desde mi lectura, de una distancia epistemológica (o gnoseológica): hacen parte de una misma generación, y usan algunas veces las mismas palabras, pero sus procesos de conceptualización son incompatibles. Así uno reconozca la genialidad del otro, y éste use como fuente a aquel, tal puente no logra dejarlos a los dos en un mismo continente. En el libro de Roca J. no está suficientemente alcarada esta diferencia, por lo cual quedan habilitadas comparaciones que oscurecen más de lo que aclaran y que no nos salvan de una esquematización dualista exclusiva y exclueyente que, además, juega en contra -en términos puramente gnoseológicos- de cualquier pretensión de reconciliación o de juntura dialógicamente entre las (así producidas) antípodas. Ya he aclarado, en todo caso, que este affaire me resulta por demás interesante y necesario de explorar; simplemente señalo que, de hacerse, requiere una sutileza mucho mayor. Por eso me parece, por momentos, que el texto se encierra a sí mismo en un callejón sin salida: pareciera ineludible reponer monumentales contenidos (todo lo que Hadot hace con los antiguos, o lo que hace Foucault en "La hermenéutica del sujeto"), pero el riesgo es caer en una repetición puramente enunciativa o en una paráfrasis hiper-pedagógica. Al tratarse de una tarea realmente difícil, el libro por momentos cae en una simplificación o bien de los planeamientos de los antiguos, o bien de las lecturas que de ellos hacen tanto Hadot como Foucault (reiterémoslo, ambas de complejidad remarcable y cada una edificada sobre premisas metodológicas y gnoseológicas diferentes). Así, parece un impasse que presenta dos soluciones igualmente fatuas: hacer un gigantesco libro donde se le de a cada tema la profundidad y extensión que merecería, o hacer un libro casi exclusivamente para especialistas, que terminaría siendo con mucha suerte apenas un artículo corto en el que sólo se proponen algunas hipótesis (como algunas de las que se pueden rescatar al final del libro). Encontrarme con este tipo de impasse en trabajos más o menos cercanos al área de mi interés es importante para seguir trabajando sobre una manera de resolver tal paradoja escritural sin terminar generando una sobre-simplificación de los contenidos sustantivos de la filosofía antigua, por ejemplo, pero procurando al mismo tiempo desarrollar un argumento sólido que se sostenga de manera coherente. Se trata de un ejercicio de equilibrista.
Comentario : no acabo de entender porque crítica que hable de diferencias radicales cuano C. Ríos plantea que lo que hay son diferentes conceptualizaciones. También debería explicitar a qué se refiere cuando habla de comparaciones entre ambos que oscurecen más que acalaran. Lo mismos que cuando alude a simplificaciones de la filosofía antigua.