Pierre Hadot. Conversaciones con Jeanne Carlier y Arnold I. Davidson
( Traducción de María Cucurella Miquel)
Ed. Alpha Decay
263 páginas, 2009-05-20
Escrito por Luis Roca Jusmet
Este libro consta de una serie de entrevistas a Pierre Hadot, especialista en filosofía antigua grecorromana, tema en el que está ampliamente reconocido y del que a un primer nivel trata el escrito. Las primeras páginas del libro pueden resultar pesadas si no interesa el personaje o el contexto sociocultural en el que creció pero a partir del tercer capítulo ( llegando hasta el décimo, que es el último) la lectura empieza a resultar apasionante. Apasionante para el historiador de la filosofía, para el filósofo y para cualquier ciudadano interesado en le ética como forma de vida. Entonces ya se manifiesta que el título del libro no es un artificio retórico sino que es su tema central. A partir de aquí ya pasamos a hablar de la vida, del arte de vivir, de la filosofía como camino vital, que por supuesto no tiene nada que ver con ser licenciado de filosofía, ni con ser profesor de la materia o ni con ser académicamente reconocido como tal. Ni son todos los que están ni están todos los que son, el camino se demuestra en la práctica, en el hacer cotidiano.
La filosofía es entonces mundana y no académica y está ligada a la vida cotidiana y no apartada de ella. No sólo no es teoría sistemática sobre la realidad ( como pretende la metafísica) ni es tampoco ejercicio crítico, como defienden hoy la filosofía analítica, hermenéutica o marxistas. La filosofía no tiene como principal función le de dar una respuesta teórica sobre lo que es el mundo, ni tampoco cuestionar las ideologías sino estimular una experiencia interior, una transformación interna. Ni tiene una función de saber sustantivo, ni de reflexión sobre el saber sino una función práctica. Se trata de recuperar el viejo sentido socrático de ayudar al otro a parir algo propio y no a transmitirle un saber desde una posición de sabio.
Hadot tiene la virtud de entrar directamente en lo que significa para él la filosofía como ejercicio espiritual y no quedarse en vaguedades que, aunque sugerentes tienen la confusión de su ambigüedad. En este sentido su propuesta es muy clara y tiene dos dimensiones complementarias : por una parte la de vivir el presente y por otra la de adquirir una perspectiva universal. Tampoco se va por las ramas frente a las excelentes preguntas de sus entrevistadores sino que concreta en lo posible lo que quieren decir estas afirmaciones. Por una parte se trata de vivir de manera totalmente concentrado el momento presenta con una actitud de afirmación vital, de apuesta por la vida radical ( aquí se ve muy clara la influencia reconocida de Nietzsche). Por otra se trata de superar los límites del propio yo y de sus pasiones y adquirir una visión mucho más amplia que la de uno mismo, intentando abarcar al conjunto de la Humanidad e incluso del Cosmos. Surgen aquí cuestiones que el autor trata de manera inteligente como la de superar una concepción egoísta, puramente centrada en el propio yo, de los ejercicios espirituales o cómo puede vincularse esta visión imparcial de las cosas con la necesaria implicación y acción frente al sufrimiento de los otros.
Pero hay dos temas que aparecen y que para mí se quedan cortos. Uno es la crítica a Michael Foucault con respecto a su propuesta ética final de una nueva forma de vivir basada en los textos antiguos grecorromanos. Aquí Hadot no entra en el núcleo vital de contrastar las propuestas sino que cede a su academicismo y critica a Foucault por no saber suficiente filología o en caer en una propuesta estética y no ética ( que afirma sin argumentar en profundidad).
El otro hace referencia a una cuestión muy interesante que plantea Hadot que es la de los elementos comunes de la experiencia humana que podríamos llamar filosófica. A partir de aquí busca vinculaciones entre esta filosofía grecorromana y la llamada extremooriental ( china y japonesa). La manera como Hadot conecta el pensamiento grecorromano con el extremo oriental me parece que también merecería más profundización, ya que tiene un gran interés como opciones de vida. Y creo también que algunas semejanzas que establece, como entre el epicureismo y el budismo, son muy discutibles. Pero en todo caso nos sirve para pensar sobre el arte de vivir, que es lo que nos interesa.
Entrando en cuestiones más específicas quiero citar dos excelentes reflexiones del libro. Una es la referida a la célebre frase de Platón de que la filosofía nos enseña a morir. Hadot desarrolla de una manera lúcida las dos líneas básicas desde las que interpretarla : o como una invitación a la vida terrenal o como una liberación de ella. La otra es la que tiene que ver con Marco Aurelio, sus pensamientos y como éstos le afectaron en su vida práctica, incluida la de su tarea como Emperador.
Finalmente quiere recomendar el libro a los que como yo hemos de enseñar filosofía antigua a adolescentes, que normalmente la ven como una pura arqueología sin interés actual. Pierre Hador nos da un consejo muy valioso que tiene un doble aspecto. El primero es ser fiel a los autores, buscando en los textos lo que estos quieren realmente decir, y hacerlo a partir de su contextualización histórica. La segunda es actualizar lo que dicen, es decir buscar los elementos universales que se plantean y formularlos en términos contemporáneos. Hay también otra sugerencia a tener en cuenta que consiste en no rechazar el eclecticismo, ya que hemos de elegir lo que más nos interesa de cada autor y finalmente elaborar un criterio propio, que no tiene ni debe estar vinculado a una escuela o a un autor. Somos nosotros son que hemos de pensar basándonos en todo el material heredado y haciendo de este pensar la guía de nuestra vida.
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