Escrito por Luis Roca Jusmet
He leído la traducción de un artículo que recoge dos conferencias que Michel Foucault dió en Darmoth en otoño de 1980. Era la época en la que estaba dando el curso "Subjetividad y verdad" y se preparaba para el siguiente : "La hermenéutica del sujeto." El artículo se titula precisamente "Sobre el comienzo de la hermenéutica del sujeto". El traductor es Jorge Álvarez Yagüez y está recogido en el libro editado y traducido por este mismo bajo el título de La ética del pensamiento. Para una crítica de lo que somos ( Biblioteca Nueva, 2015).
El texto trata del autoexamen, "el examen de conciencia" que se proponen los estoicos al principio y, sobre todo, al final del día. El examen vespertino es imprescindible, imaginar mentalmente lo que haremos durante el día y cómo debemos hacerlo. Marco Aurelio añade el matutino, que es un repaso de lo que hemos de hacer y cómo lo hemos de hacer.
Foucault quiere señalar la transformación que va desde el estoicismo ( lo ejemplifica en Séneca) hasta el cristianismo,ejemplificado en la vida monástica. Aquí "el examen de conciencia" tiene una doble finalidad ajena a lo planteado por el estoicismo : la búsqueda de la verdad sobre sí ( el yo) y la renuncia del mismo yo. Se busca saber la verdad del propio deseo, de los propios pensamientos para neutralizarlos. Uno se convierte en el juez de sí mismo y condena los deseos que son pecaminosos. El objetivo final es eliminar los deseos egoístas para purificarse y llegar a la contemplación de Dios. Ello enmarcado en una relación jerárquica, es decir, en la obediencia absoluta al superior en cuanto que este es el representante de Dios.Para el estoicismo el autoexamen vespertino tiene un carácter muy distinto, puramente administrativo: es como una especie de balance del día, de ganancias y pérdidas. Balance que debe servir para rectificar lo que ha ido mal, corregirlo y así mejorar nuestros actos en el futuro. No hay ninguna obediencia porque el maestro estoico es, en todo caso, alguien que nos guía temporalmente para ayudarnos a conducir nuestras vidas según unos determinados principios, que son los de la escuela, en este caso del estoicismo. Son los principios que elegimos como forma de vida.
La reflexión de Foucault es que las tecnologías del yo del estoicismo no deben ser entendidas como tecnologías de la verdad, como un viaje hacia el descubrimiento de nuestro yo oculto, tal como plantea el cristianismo. El psicoanálisis. sigue siendo para Foucault una herencia del cristianismo, ya que lo que hace es buscar este deseo oculto, inconsciente. Foucault se pregunta entonces como pueden plantearse hoy estas tecnologías del yo. Lo hace insinuando una vuelta a este sentido pre-cristiano y pre-psicoanalítico ( casi podríamos decir pre-psicológico) que apuntaba el estoicismo. Olvidarnos de la búsqueda de un supuesto yo interno y construirnos como sujeto ético. Aquí el autoexamen es un instrumento, una teconología del yo que sirve para ir evaluando la adecuación cotidiana a unos principios y unos valores,aquellos que hemos elegido como orientadores de nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario