
Escrito por Luis Roca Jusmet
Pierre Hadot escribe el año 1986 el prefacio al libro de M-D. Richard La enseñanza oral de Platón. Se trata de la polémica desatada en torno a la nueva interpretación de Platón que formulan desde finales de los cincuenta la llamada Escuela deTubingen. Lo que plantean es que la auténtica enseñanza de Platón es la que dictó oralmente en el interior de la Academia a sus discípulos. Es lo que podríamos considerar la doctrina esotérica de Platón, que solo transmite a los iniciados. Por contra, los diálogos son escritos para los no iniciados que ocultan lo esencial. El propio Platón dice en la carta séptima y en el Fedro que la enseñanza escrita plantea muchos problemas porque cualquier puede leerlos, aunque no esté preparado para hacerlo. Pero el mismo Hadot recuerda que en el Fedro Platón justifica también las ventajas de lo escrito, que permite conservar en el tiempo y ampliar en el espacio lo dicho.
Lo escrito tiene un valor literario, y el diálogo es un juego en el que, como en la tragedia, está destinado a una lectura pública y hay un coro de personajes que multiplica los puntos de vista.
Pero lo interesante es como Pierre Hadot da la vuelta a la cuestión. La da desde su perspectiva de entender la filosofía en su sentido originario, como forma de vida. La cuestión no es entonces si la filosofía de Platón era una enseñanza oral o literatura escrita. Lo central es que para Platón, como para Sócrates, la filosofía era enseñar una forma de vida. La filosofía no es el paso del mito al discurso racional. La filosofía es una propuesta normativa que se transmite a través de una escuela. Normativa porque enseña a mirar, a pensar, a querer y a actuar. La enseñanza oral o la escrita son solo medios para transmitir estas propuestas, compartirlas y discutirlas. Lo que queda claro es que la discusión viva era, en este contexto, más importante que lo escrito. La filosofía no debe entenderse, en ningún caso, como textos y comentarios de textos. El texto es solo un medio de aprendizaje y la lectura uno de los muchos ejercicios espirituales que conforman esto que llamamos filosofía.
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